Entradas populares

sábado, 20 de noviembre de 2010

INDICIOS FURTIVOS

Recuérdote como al inicio: sobras de voz vibrando
en una fuente de fondo metálico.
La imagen, posiblemente clara, mas no lo es.  
De noche, se pierde como la canción de amor
en una radio con amplitud modulada.

Seguramente fue que tu ser acabó con el humano.
Árbol viejo de hojas verdes, inefable.
Guardaste celosamente la sangre dulce de tus venas,
mi pregunta juvenil, arde todavía ¿hubieras sangrado por mi?



ORGULLO FURIOSO

Tengo un lindo león como mascota que suele ser impetuoso. Es inquieto cuando se siente amenazado por gente extraña, sin embargo nunca echa paso atrás. A pesar de ser totalmente fiero -no como la naturaleza lo parió, sino como la sociedad lo crió-, no deja de ser atrayente. Yo siempre sé controlarlo, pero hoy, como ayer, está triste.

Un hombre intentó tocarlo a través de su jaula, y él, indiferente, se negó a atacar como antes: ¡Lo juro!, le hubiera arrancado los huesos con veloz furia. Lo noté, hoy como ayer, está triste.

Intenté ofrecerle su manjar predilecto, carne al rojo fresco, la imitación de la presa silvestre. Tal vez fue que se haya dado cuenta de mi treta, por intentar quitarle su afición a la cacería, ese deseo de sangre poseído por todos los grandes reyes. Aún cambiando el platillo inerte por el divertido juego de atrapar al venado, sigue dormido. Es necesario repetirlo, hoy como ayer, está triste.

Decidí dejar pasar unos cuantos días, tal vez Soledad le cure cuanta flecha se le haya incrustado en la dura piel. Lo abandoné a la idea mortífera que implica la languidez. Sabía que mi animal ya no podría jugar más conmigo.

Con la última esperanza en los ojos decidí asomarme a su jaula, a contemplar si mi deseo interno se realizaría sobre su final. ¡Pero su cárcel estaba rota, los barrotes doblados, como si mi bestia se hubiese multiplicado por mil! El asombro comenzó a subirme por el pecho atorándose en la garganta. Finalmente esa aniquilante sacudida sucumbió en mi boca con un grito de estertor, al sentir el aliento de mi orgullo, respirando detrás de mí, dispuesto a devorarme.